
No creo en los unicornios
Ferdinand B. Dick crea una nueva iconografía nostálgica utilizando referencias banales de motivos visuales populares de los dibujos animados infantiles. Sin embargo, se desvía de la referencia original añadiendo un elemento de angustia emocional. Los osos y ponis, personajes ultrapop de dibujos animados, abrumados por las emociones, literalmente se balancean sobre sus propias lágrimas, como si fueran muletas. El unicornio que perdió su cuerno mágico, el oso asustado y el oso abrumado, todos reflejan una inquietud consigo mismos y con su entorno, y todos transmiten estados emocionales que no se asocian con dibujos animados alegres. Vivimos en un mundo de fantasía feliz y a la vez triste.
Ferdi utiliza el tema del agua o los fluidos en sus personajes, que casi parecen haber evolucionado a partir del agua. En este caso, el agua se utiliza para representar lágrimas de angustia y depresión. Las lágrimas tienen forma de burbujas reflectantes con un acabado de espejo para interactuar con el entorno del espectador, sumergiéndolo en la obra y recordándole las emociones que podría estar ocultando a quienes lo rodean.
La iconografía pop plástica se reenvasa como arte refinado bajo la apariencia de bronce pulido. Alejándose de la mercancía de producción masiva de la cultura popular, estas nuevas figuras están meticulosamente elaboradas y fundidas a mano con materiales de gran valor.













